Paul Richard Alexander, el hombre que vivió con un "pulmón de acero", falleció el último martes a los 78 años luego de contraer COVID-19, por lo que tuvo que ser hospitalizado, pero su condición se terminó deteriorando.
Esta noticia fue revelada por Christopher Ulmer, activista por los derechos de los discapacitados.
A los seis años, Alexander contrajo poliomielitis, una enfermedad que lo dejó paralizado del cuello hasta los pies, por lo que no podía respirar por sí mismo y tuvo que depender del pulmón de acero para hacerlo.
A pesar de estos desafíos, Paul Alexander demostró una capacidad extraordinaria para adaptarse y superar obstáculos. Fue pionero en la educación a distancia, graduándose de la secundaria y posteriormente al obtener una licenciatura en Derecho de la Universidad de Texas en Austin.
Escribió su libro "Three Minutes for a Dog: My Life in an Iron Lung" ("Tres minutos para un perro: mi vida en un pulmón de hierro"), que fue publicado en el 2020 después de que pasara 5 años tratando de escribirlo.
Paul Alexander escribió cada palabra con un bolígrafo sujeto a un palo que sostenía con la boca o dictándolas a un amigo.
¿QUÉ ENFERMEDAD TENÍA?
La poliomielitis, una enfermedad que asoló a miles durante el siglo XX, ataca el sistema nervioso central y puede causar parálisis. En el caso de Paul Alexander, lo dejó paralizado desde el cuello para abajo a una edad muy temprana.
Durante la epidemia de polio de principios de los años 50, muchos niños en Dallas, fueron ingresados en el Hospital Parkland, donde los trataron en una sala llena de pulmones de acero.
A pesar de casi perder la vida en el hospital, la rápida acción de un médico que lo colocó en un pulmón de acero salvó a Paul Alexander. Con el tiempo, aprendió a usar la respiración glosoparíngea, lo que le permitió salir del pulmón de acero durante períodos cada vez más largos.
Esta técnica y su increíble determinación le permitieron vivir una vida plena, a pesar de las limitaciones impuestas por su enfermedad.
SE NEGÓ A CAMBIAR SU PULMÓN DE HIERRO
En algún momento los médicos le plantearon la opción a Paul de hacer un cambio de ventilador para facilitar su condición de vida. Pero este hombre de 78 años se negó a cambiar su respirador por uno más moderno debido a que ya está acostumbrado a vivir dentro de este tanque.